Trauma relacional: ¿Por qué me sigue afectando la misma situación?
La mayoría de nuestros comportamientos son automáticos e inconscientes. El motivo de ello es que nuestro cerebro gasta mucha energía y necesitamos economizarla por encima de todo. Por este motivo, desde pequeños vamos automatizando formas de pensar y comportarnos según nuestras experiencias y, sobre todo, según la forma que hemos aprendido a relacionarnos con nuestras personas de referencia (en especial nuestros progenitores).
Es por este motivo, que vivir situaciones traumáticas en nuestra niñez y/o adolescencia condicionará drásticamente nuestra forma de “responder al mundo”. Además, habrá una alta probabilidad, de no ser conscientes de que estamos respondiendo de forma automática y, mucho menos, que esas respuestas automáticas sean consecuencia de nuestras experiencias pasadas. De aquí nace, el trauma relacional.
La mayoría de los trastornos de ansiedad y, en especial, el TOC (trastorno obsesivo compulsivo) tienen su origen en algún tipo de trauma. Es por este motivo, que es tan importante ir al origen del trauma para poder ser consciente de en qué momento sucedió y por qué motivo desarrollamos ciertas respuestas automáticas para sobrellevar una situación que probablemente nos asustó, colapsó o provocó una tristeza profunda en aquel niño/adolescente que fuimos.
En este artículo te explico que es un trauma, los tipos que existen y cómo empezar a identificar esas respuestas automáticas que necesitamos modificar para ser más funcionales y gozar de un mayor equilibrio emocional.
¿Qué es un trauma?
Según Francine Shapiro, “traumático sería cualquier suceso que ejerza un efecto negativo duradero en el ser o en la psique”.
Las experiencias perturbadoras, ya sean grandes traumas u otro tipo de acontecimientos ofensivos, pueden colapsar nuestro sistema nervioso. Cuando esto sucede, la intensa perturbación emocional y física causada por lo que hemos vivido impide a nuestro sistema de procesamiento de la información hacer las conexiones internas necesarias para integrar lo que hemos vivido y “dejarlo en el pasado”.
En vez de esto, el recuerdo de la situación se almacena en el cerebro tal y como lo has experimentado. Lo que viste y sentiste, la imagen, las emociones, las sensaciones físicas y los pensamientos se codifican en la memoria en su forma original, sin procesar. Así, cada vez que ves al compañero de trabajo con el que discutiste, en lugar de ser capaz de tener una charla tranquila, la ira o el miedo vuelven de golpe.
Cuando las reacciones de este estilo se niegan a desaparecer en el presente, a menudo es porque también están enlazadas con recuerdos no procesados del pasado. Estas conexiones inconscientes se producen de forma automática sin que nos demos cuenta de ello.
Nuestro sistema de procesamiento de la información puede tener dificultades para hacer las conexiones internas necesarias para integrar lo que hemos vivido y “dejarlo en el pasado”.
Según la teoría del trauma:
El mayor factor de salud mental es la capacidad de integrar estas memorias traumáticas, procesarlas como aprendizajes y adquirir flexibilidad cognitiva, emocional y conductual. Por tanto, si seguimos respondiendo de una forma automática y sin “nuestra voluntad” a sucesos que consideramos banales o no racionales es un indicador de que no hemos procesado estas memorias traumáticas. Hacerlo será clave para sentir que gobernamos nuestras reacciones emocionales. En especial aquellas reacciones vinculadas al miedo, la tristeza y la ira.
¿Qué tipos de trauma existen?
Según la teoría del EMDR, existen dos tipos de trauma:

Trauma relacional. Si tampoco es para tanto…
En muchos casos el problema no es lo que ocurrió sino lo que el niño o adolescente necesitaba que ocurriera y no pasó.
El trauma relacional suele ser un trauma invisible u oculto que no somos conscientes de haber vivido por ser situaciones que consideramos “sin importancia” o “banales a nivel social”.
No obstante, al ser experiencias que vivimos repetidamente en el tiempo tendrán un peso fundamental en la construcción de:
- La imagen que tiene la persona sobre sí misma, es decir, su autoconcepto: qué opinión tiene sobre su valía, sus capacidades, si merece ser amado, etc.
- La visión sobre los demás, es decir afectará a su apego adulto: si puedo o no confiar en los demás, si los demás están disponibles para mí, si los demás me ven y me quieren simplemente por ser yo, etc.
- La forma de ver el mundo y que condicionan los aprendizajes de la persona: si el mundo es un lugar seguro o lleno de peligros.
Cuando las personas viven traumas relacionales de manera continuada, el cerebro cambia y el sistema nervioso queda condicionado pues acabamos integrando que el mundo es un lugar amenazante donde no hay que “fiarse de nadie”.
Ejemplos de “no fiarse de nadie”:
No le cuento como me siento a mi pareja por miedo a preocuparle/molestarle.
Si me encuentro mal soy incapaz de decir a un amigo/desconocido: “me estoy mareando o necesito ir al wc”.
Tengo buenas amistades, pero nunca “hablo de mí”.
Mi peor escenario mental es marearme y que “los demás vean” lo que me pasa.
Pensar que “todo el mundo va a la suya o es egoísta”, etc…
En muchos casos el problema no es lo que ocurrió
sino lo que el niño o adolescente necesitaba que ocurriera y no pasó…
Disparadores del Trauma
Los disparadores son estímulos que están relacionados con la situación traumática vivida, porque recuerdan algún elemento o característica de la situación y disparan una reacción fisiológica y/o emocional inmediatamente después, que resulta confusa y desborda a la persona.
En el caso de un trauma relacional, estos disparadores suelen estar relacionados con nuestras relacionesde amistad, pareja, familia, trabajo, etc. Es decir, “revivimos” de alguna manera la forma de relacionarnos que tuvimos con nuestros progenitores (relación de apego) en una relación actual, lo que hace disparar las carencias y emociones dolorosas no solo de la situación presente, sino también de aquellas vivencias pasadas.
Por tanto, “olvidar lo que vivimos” o “pasar página” de algo que hemos experimentado durante años no es “imposible” pero sí muy muy difícil sin antes ser conscientes de lo que nos sucedió y la consecuencia que tuvo para nosotros.
Estos disparadores suelen estar relacionados con nuestras relacionesde amistad, pareja, familia, trabajo, etc.
Cuando no “integramos y aceptamos” un trauma relacional, cualquier cosa que vivamos en el presente, que se “parezca” a aquello que sucedió en el pasado, hará que salte un “automático” en nuestro cerebro que nos llevará siempre a las mismas reacciones.
Probablemente, estas reacciones nos protegieron en su momento o aliviaron la ansiedad que sentíamos y que no podíamos calmar de otra manera. Es por este motivo que tendemos a repetirlas y “actuamos” de una forma, aunque “no queramos hacerlo”.
Ejemplos:
- Digo que SÍ cuando quería decir NO.
- Evito situaciones por miedo, aunque quiero ir realmente.
- Me quedo en una relación que sé que no me conviene.
- Como cosas impulsivamente que no son sanas para mí.
- Gasto dinero que no puedo gastar en “caprichos”.
- Hago un comportamiento compulsivo que sé que no tengo que hacer (TOC).
- Etc.
Todos estos comportamientos son ejemplos de formas que hemos desarrollado para calmarnos cuando nada más ha funcionado y tiene que ver con el apego que hemos desarrollado en nuestras relaciones desde la infancia y adolescencia.
Por este motivo, es tan importante saber identificar lo que nos sucedió para integrarlo y calmarlo en nuestra mente y así poder elaborar comportamientos “sanos” y reflexivos (no impulsivos) que no nos lleven otra vez a huir, luchar o quedarnos inmóviles.
Ejemplo:
“Empiezo a sentir síntomas de ansiedad al ver una foto en Instagram de mi amiga con otros amigos en una celebración. No me ha dicho nada y me siento traicionada”.
- Opción 1 (mecanismo de defensa): “Hago ver como si no me afectara y no digo nada. Sigo manteniendo la misma relació, aunque en el fondo siento ira (ansiedad) hacia ella”.
- Opción 2 (consciencia del disparador y reflexión): “Esto ya lo he vivido antes con ella, me enfada mucho y tiene que ver con mi herida del rechazo. Debo hablar con ella o poner un límite en esta relación pues me está haciendo daño”. Aquí la ansiedad se calma pues reconozco la emoción y mi herida (trauma relacional) y, por tanto,puedo encaminarme a darle una solución.
Bibliografía:
- Las obsesiones y el trastorno obsesivo-compulsivo. M. Herández Pacheco.
- Supera tu pasado. Francine Shapiro.
- El Trauma Oculto (https://ipsimed.com/blog/el-trauma-oculto/ ).
Pide ayuda si crees estar sufriendo los efectos de un trauma.
Recuerda…
Si crees que puedes estar sufriendo las consecuencias de un trauma relacional, no dudes en consultar con nosotros. Cualquier desajuste emocional o malestar mentalgenera un gran sufrimiento a la persona que la padece. Acudir a terapia te ayudará a entender y manejar tu dificultad con mayor facilidad. ¡Contáctanos!
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