El Intestino nuestro segundo cerebro

Cansancio extremo, insomnio, erupciones en la piel, dolor de cabeza, trastornos digestivos, alergias, desajuste hormonal, náuseas, ansiedad, depresión…. ¿Alguna de estas dolencias te resulta familiar? ¿Llevas tiempo notando que algo no va bien en tu organismo y buscas entre diferentes especialistas la causa de ello? Muchas de estas dificultades no solo están relacionadas con nuestra mente, también se ven provocadas por nuestro segundo cerebro: EL INTESTINO.
En artículos anteriores os hemos ido hablando de los síntomas físicos de la ansiedad o los síntomas psicológicos de la ansiedad, pero ¿es nuestro cerebro el único responsable de ello? Quédate 5 minutos con nosotras para descubrir como el Intestino, nuestro segundo cerebro, influye drásticamente en nuestro estado anímico y qué podemos hacer para cuidar mejor de ese increíble regalo que es nuestro CUERPO.
¿Por qué llamamos al intestino el segundo cerebro?
Existe una intensa relación entre el cerebro, las emociones y el aparato digestivo. Tanto, que muchos científicos se refieren al intestino como “segundo cerebro” o “cerebro intestinal”, puesto que el tubo digestivo contiene una red neuronal muy compleja con una función neuronal muy parecida a la actividad del cerebro.
Nuestro sistema digestivo tiene la capacidad de reaccionar de forma autónoma. Por ejemplo, cuando sentimos “mariposas en el estómago” ante el inicio de una relación, cuando “perdemos el hambre” ante un examen o “se nos descompone la barriga” ante el miedo. Esto es así porqué el tubo digestivo posee un sistema nervioso propio: el sistema nervioso entérico que tiene la capacidad de segregar las mismas sustancias que podemos encontrar en nuestro sistema nervioso central (cerebro).
Para explicarlo sencillamente, digamos que tenemos unas fibras nerviosas que conectan las áreas cerebrales relacionadas con las emociones y pensamientos, el sistema inmunológico, el sistema endocrino y el sistema entérico (ubicado en nuestro aparato digestivo). Por tanto, cuando algo “dificulta” la relación o conexión entre estas áreas podemos tener dificultades emocionales o gastrointestinales. Por este motivo, al sufrir Ansiedad podemos sentir náuseas, se nos cierra el estómago, tenemos dispepsia o alteraciones digestivas similares.
NUESTRO SEGUNDO CEREBRO
El Intestino y la Ansiedad
El intestino tiene dos formas de trabajar, una en conexión con el cerebro y otra de forma independiente. La conexión cerebro-intestino es bidireccional, es decir, tanto el cerebro manda información al intestino como viceversa. No obstante, en los últimos estudios se ha visto que la información intestino-cerebro es más intensa pues hay un mayor número de fibras que comunican en esa dirección.
Esto implica que, cuando vivimos una situación que nos genera una alteración emocional como, por ejemplo, asociar ir a trabajar con sentir malestar gástrico nuestro intestino “registrará esa emoción”. Es decir, nuestro intestino no “piensa” pero tiene la capacidad de “reaccionar sensorialmente”. Al hacerlo, nuestro cerebro registra lo “que le dice nuestro intestino de esa situación”, y lo hace según perciba el estado emocional en el que nos encontramos y lo que percibimos del entorno. En este caso, es probable que la interpretación sea negativa con un ápice “de amenaza”.
Por tanto, cada vez que deba enfrentar esta o una situación similar mi aparato digestivo reaccionará del mismo modo mandando una señal de alerta a nuestro cerebro. Éste, a su vez, interpretará la situación como amenazante y pondrá en marcha nuestro sistema nervioso autónomo con el resto de los síntomas característicos de la ansiedad: falta de respiración, sudoración, taquicardias, mareos, etc. De ahí la fuerte vinculación entre los trastornos de ansiedad y las enfermedades o molestias digestivas.
LA CAPACIDAD DE NUESTRO INTESTINO
Nuestro intestino tiene la capacidad de “reaccionar sensorialmente”. Al hacerlo, nuestro cerebro registra lo “que le dice nuestro intestino de esa situación”, y lo hace según perciba el estado emocional en el que nos encontramos y lo que percibimos del entorno.
¿Qué papel tiene la serotonina en todo esto?
La serotonina es un neurotransmisor que está totalmente vinculado con el bienestar, el comportamiento, la actividad sexual y el sueño. Como podemos deducir, si nuestros niveles de serotonina son bajos estas áreas quedan afectadas y por ello, podemos padecer insomnio, falta de libido, migrañas, ansiedad, depresión, entre otras dificultades.
Un dato importante es que la serotonina la podemos encontrar tanto en el cerebro como en el intestino. Pero, es nuestro intestino quien sintetiza nada menos que el 90% de esta serotonina. En este sentido, nuestra alimentación es crucial, porqué esta serotonina se forma a partir de una sustancia que se llama triptófano, un aminoácido esencial, que solo se puede obtener a través de la alimentación. Este es un punto clave para comprender la íntima relación entre el cerebro, el intestino y la nutrición.
¿Cómo ayuda la Psiconeuroinmunología a regular todo esto?
El objetivo de la Psiconeuroinmunología es realizar un diagnóstico profundo de las dolencias o dificultades emocionales que puede estar padeciendo la persona para realizar un plan de tratamiento y mejora que le permitan mejorar su bienestar y en concreto la conexión mente-cuerpo, en este caso: la conexión intestino-cerebro.
Para ello, nuestros tratamientos incluyen cambios alimenticios, introducción de la suplementación, la terapia y el movimiento. Es decir, es un tratamiento holístico que busca trabajar con cada parte de nuestro ser para equilibrar al máximo la regulación hormonal y el bienestar mental.
Cualquier desajuste emocional o malestar físico puede generarte un gran sufrimiento, llegando a sentirte perdid@ o con incapacidad de recuperar tu bienestar. Acudir a terapia te ayudará a entender y manejar tu dificultad con mayor facilidad. ¡Contáctanos!
¡Si te ha gustado este artículo déjame tu comentario!
¡Comparte este artículo!
Acerca del Autor:
Síguenos: